miércoles, 27 de julio de 2011

Dublín en día y medio (iii)


Dublín, pesar de ser la capital de Irlanda, tiene algo más de 500000 habitantes y en 100 km a la redonda viven 2 millones de personas, lo que supone el 50% de la población del país. Y en Dublín, a pesar de ser capital de un país, y de ser el nucleo de población más importante de la isla, todo el mundo con quien te cruzas te da los buenos días. Uno por uno, niños y mayores. Y las buenas tardes, y las buenas noches, a sus horas. Vayas por donde vayas es lo primero que se nota, una educación exquisita. En los días siguientes nos daremos cuenta que es una virtud que se nota no solo aquí, sino también en el resto del país.


Saint Stephen's Green Park


Además, se nota el gusto que tienen por la jardinería y los parques. A las afueras tienen el Phoenix Park, el parque más grande de Europa, con 712 hectáreas. 
Y, con Saint Stephen's Green, pueden presumir de un lujo que otros para si quisieran, el tener 9 hectáreas de parque en pleno centro y con unos cuantos siglos a la espalda.  Un sitio extremadamente tranquilo a pesar de su situación: gente haciendo deporte, echando de comer a los patos, alguien cargando con el caballete para ponerse a pintar, etc. 
Tiene puertas en cada esquina y en algunos laterales, pero la más conocida es The Fusilier's Arch, que se levantó en homenaje a los caídos en la II Guerra Mundial, y que está frente a la esquina de Grafton St. con King St.



The Fusilier's Arch con el SSG Shopping Center al fondo. (Y María)


Precisamente aquí hay un punto curioso, el Saint Stephen's Green Shopping Center, un centro comercial, como su nombre indica, que dada su situación podríamos pensar que está orientado a los turistas o algo parecido, pero nada más lejos de la realidad. Dentro hay cafeterías, quizás las más baratas del centro, tiendas de ropa, e incluso una mercería, lo que da idea de su orientación comercial más de día a día que al sector turístico. Aparcar aquí durante 24h cuesta 12€, algo a tener en cuenta si tu alojamiento está lejos del centro. 



Saint Stephens Green Shopping Center, 


Grafton Street y sus calles aledañas son la zona comercial por excelencia, tiendas de ropa sobre todo. Y músicos callejeros, algunos con más calidad que otros, todo hay que decirlo. Había un par de chicas y un chico (violín, acordeón, bodhran/voz) versionando una canción de Altan, Molly Na Gcuach Ni Chulleanáin, que nada tenía que envidiar a los originales, y mira que los originales son buenos. También estaba el mismo de la noche anterior pegando voces más que cantar, y del que un par de músicos vecinos se estaban mofando mientras montaban su espacio para comenzar a actuar. 






No es difícil llegar al centro esté donde esté tu alojamiento, porque por escasez de autobuses urbanos no es, y sin olvidar tampoco el tranvía, el Luas. Tanto el precio de los primeros como del segundo son asequibles, y puedes programar desde casa o el hotel, a través de la red, las líneas que tienes que tomar o incluso el tipo de billete que más te conviene comprar.



Government Buildings, Merrion St.
Dublin, Ireland



La primera parte que recomiendo como imperdible en Dublín, es todo lo que hay entre Grafton St. y Merrion Square. Aquí están el National Museum of Archeology, el National Gallery, los Government Buildings y, claro, el Merrion Square Park, donde está el rinconcito dedicado a Oscar Wilde con su pintoresca estatua.
En Merrion Square, volvemos a las andadas de Portobello: en esta calle lateral al parque vivieron durante un tiempo Daniel O'Connell, William Butler Yeats y el ya nombrado Oscar Wilde.

Impresiona ver tanto edificio neoclásico, sobre todo en esta plaza, calle, parque o como lo quieran denominar. Impresiona también ver los carteles "To Let" prácticamente en todas las ventanas y puertas, herencia del Tigre Celta, supongo.



Oscar Wilde disfrutando eternamente de la sombra en Merrion Square, obra de Danny Osborne


Hay que decir en este punto que es imprescindible, antes de empezar a visitar museos y demás, pasar por la Dublin Tourism Office y comprar la Dublin Pass Card. Esta tarjeta y otra de la que hablaré en su momento, son una gran idea. Te permite visitar todo lo visitable con un único pago, además de descuentos en restaurantes y comercios, lanzaderas al aeropuerto, etc. A nosotros, para un día, nos costo 35€ y la amortizamos con creces.

Otro detalle: en el rato que llevamos de paseo, ya nos ha convencido el cielo de aquello que advierten que aquí el tiempo cambia en segundos. Salimos del hotel con sol, se nubló en el primer parque, salió el sol entre camino a Merrion Square y cuando llegamos se volvió a nublar. Cada vez más negro hasta que nos cayó un chaparrón en el Trinity College. Así todo el día, aunque la mayor parte del tiempo nublado.



Entrada principal del Trinity College



También es imprescindible visitar el archiconocido Trinity College, la Old Library y el Libro de Kells. Si tienes intención de hacer la visita guiada,  te recomiendo que acudas tempranito, porque aquí es el primer sitio donde hay cierta aglomeración de turistas y visitantes. En época lectiva, con estudiantes no me quiero imaginar como andará el asunto. De todas maneras, nosotros no podemos entrar, no sabemos que evento oficial hay que la Biblioteca, principal motivo de visita, no puede visitarse.
El campus es literalmente de película, con varias plazas y zonas verdes, además de un campo de criquet y otro de rugby/fútbol/hurling. Placas conmemorativas por aquí, estatuas por allá y muchos turistas, los cuales son pelín culpables que a uno le cueste trabajo imaginarse por aquí a Bram Stoker, Samuel Beckett y demás estudiantes insignes de esta Universidad. Y mira que los edificios, intentan ponerte en situación, pero cuesta trabajo.


Justo enfrente de la fachada principal del Trinity College hay una fulana con un carro, vendiendo mejillones y berberechos, con un escote generoso y cortejada también por turistas, como antes lo fue por estudiantes y profesores de la Universidad. Es la mítica Molly Malone



O'Connell Street, Dublin


Siguiendo hacia el Norte, y continuando la línea recta de Grafton Street entramos en O'Connell Street, cruzando el Liffey por el puente del mismo nombre. De frente, el que le dió nombre a la calle, Daniel O'Connell, El Libertador. Fue de los primeros que, democráticamente, se puso en pie para pedir la independencia irlandesa con respecto al Reino Unido. Por otro lado, siempre me ha llamado la atención que queriendo ser independiente animara al pueblo irlandés a hablar inglés porque eso les enriquecería. 
Su estatua es la primera de muchas que están en esta calle encomendadas a personajes considerados héroes nacionales, la mayoría nacionalistas y separatistas: William Smith O'Brien, John Gray, James Larkin (el único personaje representado del siglo XX), Theobald Mathew (sacerdote que nada tuvo que ver con la independencia) y, como no, Charles Stewart Parnell, con el arpa céltica a su lado. 








Es curioso, que ni uno solo de los líderes, estuvieran entre los 15 ejecutados o no, del Alzamiento de Pascua, se encuentre homenajeado aquí, donde se supone que están los héroes. No creo que sea por falta de espacio, porque esta es de las calles más amplias de Europa. Ni Éamon de Valera, ni Connolly, ni Pearse... ninguno. Sin embargo, frente a la General Post Office, y hasta 1966, estaba situada la Columna de Nelson, en homenaje al capitán inglés. Precisamente en ese sitio, que fue uno de los lugares importantes durante los sucesos de 1916. El IRA dió cuenta de ella con atentado, y en su lugar en 2002 se comenzó a construir el Spire, una aguja de algo más de 120 metros de altura, lo que hace que se pueda ver casi desde cualquier punto de Dublín. Desde abajo da auténtico vértigo.



Aquí, si te paras un rato puedes ver los sacos de arena amontonados en la entrada de la oficina de correos, y los barcos ingleses en Liffey, que vienen a asediarlos. Es una canción la que me hace ponerme en situación, y anoche, aunque ya la conocía, la escuché en un bar. Sólo sonaron unos acordes y todo el mundo se puso a cantarla. Y aquí y ahora, esa canción, no hace más que sonar y sonar en mi cabeza, en la versión de The Chieftains cantada por Sinèad O'Connor.

Es  The  Foggy Dew, que fue la que me hizo interesarme, hace ya mucho, por lo que sucedió en este lugar. 

Es el himno no oficial del país.



domingo, 17 de julio de 2011

Dublín en día y medio (ii)

<-- Capítulo anterior

Es domingo y son las 7:30 hora local. Nos queda hora y media para que nos pongan el desayuno, porque aquí, da igual el día de la semana que sea, todo (lo visitable y lo comprable) empieza entre las 9:00 y las 10:00, y acaba a las 18:00. Excepto la Oficina de Turismo de Dublín (Suffolk St.), que los domingos abre a las 10:30. Así que el plan es hacer tiempo, por Portobello, hasta el desayuno, y volver a hacer tiempo, dando un paseo por el centro, hasta que abran la Oficina de Turismo. 

Ahora es cuando vemos Portobello de verdad. De noche, era casi imposible, hacer algo más que intuir. Es un barrio que nació como suburbio a las afueras de Dublín, alrededor del Grand Canal en forma de barracas y, en dirección al centro, en forma de casas de clase media y de clases más acomodadas en dirección al centro a través de las contíguas Candem St. y Richmond St.  El cambio de nombre de Richmond St., al sur, a Camdem St. (Lower Candem), al norte, se produce en la Kellys Corner, donde también cambian de nombre Harcourt Road, al este, y su contigua, Harrington St., al oeste, ambas con árboles en ambas aceras.

Todas las nombradas, a esta hora, están desiertas, y sólo se ven a los basureros recogiendo las papeleras y algún que otro coche que cuyos ocupantes, aunque que quisieran, no podrían disimular que se van a pasar el domingo de campo. 


Richmond St. (Al fondo la cúpula de la Our Lady Refuge Church, en el barrio de Rathmines)
Dublin, Irlanda.  

Richmond St y Lower Candem St. son las más heterogéneas en arquitectura del barrio, se mezclan edificios modernos, restaurados y muy antiguos; también se mezclan casas de columnas victorianas y pequeñas viviendas de comerciantes, con la vivienda arriba y el comercio abajo. Pero a ambos lados de ellas es distinto, todo es más homogéneo. Te encuentras con "protourbanizaciones" de casas de 2 y 3 plantas estrechas, unifamiliares y de miniapartamentos, con barandilla en la acera y un hueco para que entre luz al sótano; en las paredes ladrillos macizos cocidos y puertas de colores con una escalera previa de recibimiento. Todo con un recubrimiento de paso del tiempo y  dejadez, disimulados con decenas de manos de pintura tanto en puertas, barandillas, como en las pocas farolas y las pocas paredes que encuentras lucidas y pintadas.
Quedan muchos restos, porque fue el centro de esta comunidad, de los emigrantes judíos que vinieron huyendo de las persecuciones centroeuropeas de finales del S.XIX hasta las primeras décadas del S. XX, no en vano se le llamó Little Jerusalem.



En Dublín puedes programarte rutas de todo tipo: arquitectónicas, museísticas, monumentales, históricas,  literarias, etc. y mientras organizaba el viaje sentí la tentación de programar, como hizo Olga en Nueva York el año pasado, una ruta que incluyera los puntos importantes de la ciudad en cuanto a museos y casas-museos de escritores, librerías, cafeterías, etc.. Todo con gente importante para ella, sobre todo escritores, y que, en mi caso, de las cosas que me habían traído a Irlanda, Dublín tenía una gran parte que mostrar. Pero el James Joyce Center, que recomiendan todas las guías, estaba bastante alejado. Y sabiendo el tiempo del que iba disponer, fue lo primero y lo último que miré sobre este asunto. Sin ninguna justificación más. De hecho no traía ninguna ruta temática preparada para el día, sólo ver lo importante. También fue una tentación hacer coincidir el viaje con el Bloomsday pero el precio de los billetes de avión para esa fecha era desproporcionado con mi bolsillo.
Dicho esto y como si de una venganza se tratase, a un par de calles del hotel, y cuando me disponía a fotografiar una de las casas con su escalera y su puerta de color, a través del visor leo en una placa de mármol: "BERNARD SHAW - Author of many plays was born in this house - 26 July 1856".
Me tuve que sentar.
¿Por qué? Porque ya hacía tanto tiempo que quería venir, que con tantos avatares vitales ya se me habían "olvidado" muchos datos de estos inútiles que muchas veces memorizo sin saber por qué.
Recibí un flashazo de información que había olvidado refrescar para el viaje solamente con ver esa placa, y no me hizo falta mirarlo, era Synger St.
Algo parecido a un mareo, más anímico que físico, me hizo sentarme.

La casa donde nació Bernard Shaw, cuya placa no fue puesta por las autoridades,
sino por un basurero que trabajaba en el barrio.


El hotel había sido escogido en relación al precio distancia al centro, que es donde está todo lo que todos quieren ver. Y como venganza al desprecio y al olvido de un motivo importante por el que quería venir a Irlanda, el destino me la tenía guardada.
No os imagináis lo mal que me sentí. 

Me tuve que sentar en la escalera de la casa donde nació Bernard Shaw, entre otros muchos motivos, porque dos calles más abajo estaba Victoria St., donde vivió Michael O'Riordan, fundador del CPI que luchó en la XV Brigada Internacional durante la Guerra Civil y fue condecorado por su valor. Sus vivencias quedaron grabadas en su libro Connolly Column - The Story of the Irishmen who fought for the Spanish Republic 1936-1939. No hace falta decir que lo recomiendo encarecidamenteInspirado en el libro, Christy Moore escribió la canción Viva la Quince/Quinta Brigada.

Me tuve que sentar porque recordé que, tanto programando el viaje, como señalando con el dedo el día antes desde el lugar donde nos dejó el taxi hacia donde nos hubiera dejado el 16A, y hace un rato además, había pasado por Kellys Corner, sin recordar ni lo más mínimo de muchas historias que sucedieron en esta esquina. Entre ellas ahí sigue el despacho de tabaco, irónicamente convertido en farmacia, donde fue detenido, durante el Alzamiento de Pascua, Francis Sheehy-Skeffington. ¿Qué quién era ese? Pues era un escritor, periodista y activista político, independentista, pacifista y sufragista, que volvía a casa de intentar organizar patrullas para evitar el saqueo de comercios durante esos días de alteración. Fue fusilado al día siguiente sin juicio, o sea, asesinado, junto con otros dos periodistas, por ser testigos e intentar que dejaran de serlo, de otro asesinato múltiple que ocurrió en el mismo lugar donde fue detenido, la farmacia de Kellys Corner. También puedo decirte que fue amigo y compañero de clase de James Joyce, además de compañero de juergas de este en el Bleeding Horse, que por cierto está en Camdem St., y  también a tiro de piedra.

Los padres de James Joyce también vivieron por aquí, aunque lo digo como nota curiosa, más que otra cosa.

La farmacia/despacho de tabacos de Kellys Corner donde fue detenido Francis Sheefy-Skeffington.

Me tuve que sentar, sobre todo y entre otros muchos motivos, porque a 5 o 6 calles estaba el 52 de Clanbrassil Street, donde ficticiamente había vivido un judío, convertido al protestantismo para poder casarse, que se llamaba Leopold Bloom.




Seguramente, me hubiera sentido mejor si, en lugar de dar un paseo antes de desayunar, hubiera ido a comprar riñones para preparárselos a María.

El caso es que a mí el nombre Portobello, cuando reservé el hotel, me sonaba de algo, y ya que estábamos allí... 

miércoles, 13 de julio de 2011

Dublín en día y medio (i)

Lo primero que te llama la atención de Dublín es que huele a comida. O eso o que hay taxis por todos lados. 
Nos hemos bajado del 747, uno de los autobuses urbanos que te lleva del aeropuerto a la ciudad, en N Wall Quay St.,  frente al Clarion Hotel Dublin City. El hambre desde que comimos en Barajas nos acecha y el chiringuito con vistas al Liffey no ayuda mucho. Se supone que en esta misma parada tenemos que coger el 16A, pero cambiamos de opinión y aunque hemos tardado poco desde el aeropuerto a las fronteras del centro, ahora hay que cruzar el mismo para 3 km escasos que nos quedan hasta al hotel. Un acierto el cambio, porque el taxista evita el centro y en menos de 5 minutos, desde que levanté la mano (se pararon 3 en el acto) y haciendo rallie, estamos en la recepción del hotel. 

Una vez instalados, salimos a buscar sitio para cenar. Esa era la intención, pero más que buscar tuvimos que decidir. En la zona donde estamos, entre Portobello y Harcourt, tiene bastante oferta de tiendas, restaurantes y bares.  La mayoría de los locales son de comida rápida para llevar, sin la parte peyorativa del término, hay calidad e higiene en la gran mayoría de los sitios.


The Late Nite Shop, Camdem St. 

Si antes, al bajar del bus olía a comida, aquí más. Hay fish&chips, pizzas, baggels, kebabs, chinos, tiendas 24h. que te preparan bocadillos, hay de todo, junto y por separado, y algo que llama la atención es que la gente entra, cuando es su turno, porque hacen cola en la puerta, pide, salen y no dan dos pasos sin abrir el paquetito caliente andando. Nuestra elección es una minipizzería, que tiene por suerte tiene 4 taburetes pegados a la ventana, barato y riquísimo. Y artesanal, mientras comemos observamos al pizzero preparar las siguientes pizzas partiendo desde la harina. 


Harcourt Dinner, Harcourt Rd.

Para bajar la comida damos un pequeño paseo hasta el Grand Canal, en dirección contraria al centro. El alumbrado público, a pesar del diámetro de las farolas, es tenue por no decir oscuro. Menos mal que los puestos de comida alumbran sus propias fachadas, de otro modo costaría andar por la calle, aunque se valora el ahorro de energía, la mayoría de las veces es inncesario tanto derroche. 
A medida que avanzamos se nota que el hotel está situado justo donde acaba el centro, y aquí comienzan los antiguos barrios obreros de principios de siglo. Paredes de ladrillo de un rojo apagado, las típicas puertas de colores un poco dejadas de la mano de Dios y ni un alma por la calle desde hace un rato. Así que nos damos la vuelta y tomamos dirección centro. 

Primera sorpresa, primera recomendación. Si vienes a Dublín, Harcourt St. es la zona de juerga por y para los irlandeses. Nos cae al ladito del hotel, y es la calle que nos une al centro. El primero que se ve y que llama la atención por el volumen de la fachada es el Odeón, una antigua estación de tren, de la que solo queda una parada del tranvía, justo enfrente, que nada tiene que ver con el antiguo tren. 




Al lado otro bar/club que está haciendo una barbacoa en el jardín. A partir de ahí pubs, clubs y bares por todos lados, hasta llegar a St Stephen's Green. Se intuye que a pesar de ser aproximadamente medianoche,  el equivalente en España podrían ser las 4-5 de la mañana, por como estaba ya el personal. Creo que hemos llegado un poco tarde. A pesar de eso nos recibían de buena gana los locales en los que entramos, eso sí previa petición de los porteros de 2x2x2, muy comunes por todos lados, de que la cámara tendría que estar guardada para poder entrar. Una vez dentro, en seguida comprobamos que era cierto lo que decía JR Alvaro, los españoles caemos bien aquí, y si eres, añado yo, canario, aún más. Se ve que veranean allí y no hacen más que contar sus aventuras por Tenerife y Gran Canaria.

Así, de copa en copa, todo en línea recta llegamos a Graffon Street, siempre acompañados por el olor a comida y la marabunta de taxis, pero cuando llegamos casi todo está cerrado, y  sólo se oye a un músico callejero vociferar más que cantar. Al parecer estas ya no son horas y una vez visto el Trinity College por fuera, pésimamente iluminado para hacerle fotos, pensamos que por hoy nos ha sido suficiente. Han sido una buena maratón desde las 8 de la mañana. Pero a mi el hambre me vuelve a acechar, así que antes de volver al hotel, otra pequeña parada para coger comida para llevar, que para eso hay un refrán: "allá donde fueres, haz lo que vieres". Así que fish&chips y andando a la cama.
Mañana veremos Dublín en serio, solo tenemos un día y hay que aprovechar el tiempo. 

The Captain America, Graffon St.
Dublín, Irlanda

viernes, 8 de julio de 2011

Prólogo a una crónica viajera.

Siempre ha sido una sospecha. Algo que ves por el rabillo del ojo, algo que intuyes.
Lleva siendo un imán para mi atención durante mucho tiempo, casi más de la mitad de mi vida, aunque solo muy poquitas personas lo saben a ciencia cierta. Una atracción en forma de música, sobre todo. Y de literatura, en gran parte, también. En forma de Historia General pero también de Historia Natural, de deportes, de rumores sobre las costumbres, y un largo etc.

Por poner un ejemplo es como quien sueña, por los motivos que sea, con ver la Gran Muralla China o explorar el Amazonas, pero destilando ese sueño y poniéndole nombre o apellido a cada gota: Paddy, Joyce o Ulster; O'Connell, Sharon o Beckett; Yeats, Sligo o Connemara. La lista podría ser eterna.

Por unas razones u otras, siempre ha tenido que postergarse la visita, y hace unos 3 meses, aunque también había razones para quedarse en casa, tomé la decisión tomármelo como un "ahora o nunca". Ya estaba bien de conocerlo de oidas y había una pequeña posibilidad de conocer en primera persona.

Por si no lo has adivinado todavía, he estado en Irlanda, y a pesar de haber sufrido durante 9 días un suave Síndrome de Stendhal, traigo fotos. Después de descubrir que me resulta más cómodo conducir por la izquierda que por la derecha, de perder el aliento con el paisaje (algo que hacía mucho que no me pasaba), de algunas céilí, de un concierto largamente añorado y de algunas que otras pintas.

Este es un blog de fotos, y si en esta entrada no hubiera ninguna se rompería una larga y antigua tradición de 7 meses (cada uno considera antiguo lo que cree conveniente ;) ).
Aunque todo empezara mucho antes, esta foto es la primera que disparé y es la que me siento obligado a mostrar en primer lugar.
Nada más poner pie en tierra en Dublín, a orillas del Liffey.

Samuel Beckett Bridge sobre el Río Liffey
Dublín, Irlanda

A partir de aquí, comienza la crónica irlandesa.
Espero que sea de vuestro agrado y que disfrutéis del viaje.

Siguiente capítulo: Dublín en día y medio (i)

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