viernes, 28 de enero de 2011
La nostalgia.
Lo echo mucho de menos.
Muchísimo.
La mochila con más de 20 kilos perfectamente acoplada a la espalda.
La cantimplora burbujeando con cada paso casi indicando la cantidad de agua que quedaba.
Las vistas desde lo alto, desde lo más alto.
El prometerte aguantar una hora o 4 tramos de subida más. Cumplirlo.
El orgullo de llegar donde otros, antes de ni siquiera pensarlo, ni lo intentan.
Sacar el mapa del ejército de la espalda y hacer una equis más.
Respirar aire limpio.
Dormir al raso en verano y en alguna ocasión, en invierno, en un agujero en la nieve.
Dormir en el suelo y compartir hoguera y refugio con gente a lo que no volverás a ver.
Sorprenderte de que no te duele nada tras días de caminata.
Bañarte al amanecer en una garganta a -5ºC con agua fina. Suave.
Salirte del camino marcado y que nunca dejara de merecer la pena.
Olvidar todo y no echar de menos nada.
Y que la nada sea lo más cotidiano.
Saborear la comida recién hecha. Sin ninguna prisa.
Lavar la ropa casi anocheciendo y tenderla.
Montar la tienda al caer el sol y desmontarla antes de que amanezca.
Curarte las yemas en medio de alguna vía.
Y las rozaduras de las rodillas, y las del arnés, y las de alguna quemadura de la cuerda.
Sobre todo, escuchar al aire azotando las orejas.
Tu propio jadeo haciendo de marcapasos.
Y notar como se te hinchan las arterias en el esfuerzo.
He tardado años en identificar aquello y ponerle nombre.
Era escuchar la soledad, tocarla, olerla, saborearla.
Una soledad elegida, para desprenderme de cosas banales y superfluas.
Para aprender a distinguirlas en la distancia y saber disimular que lo sabes a la vuelta.
La primera vez fueron 15 días. Después 32 y 35.
En medio muchísimas escapadas cortas, desde horas hasta días.
No es que lo eche de menos, es que me hace falta.
Y no sé aún si me entiendes.
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Great photos . . . as always.
ResponderEliminarEse naranja junto al blanco quedafenómeno.
ResponderEliminarSaludos
Excelente imagen, excelentes palabras acompañándola.....Bendita soledad cuando es elegida....Sigue así, regalándonos imágenes y textos tan hermosos.Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias a los tres por la visita y por los comentarios.
ResponderEliminarSaludos!
Yo un día, quince, caminé por Gredos. Y subí. Y miré.
ResponderEliminarY bebí agua. Sin cloro ni ná. Y estaba riquísima.
Esa montaña te está esperando de nuevo, creo.
Uy! Se me pasó este, Olga, lo siento.
ResponderEliminarEso me lo tienes que contar, más detenidamente.
Un abrazo!
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